Algunos niños pequeños empiezan a tener coordinación cuando aprenden a comer, y con frecuencia actúan de forma juguetona con la comida. Pueden dejar que les llegue a los pies, las manos o incluso la cara. Muchos padres encuentran esta hermosa expresión atractiva y encantadora, a pesar de que puede ser un evento desordenado.
Este comportamiento desordenado al comer es un reflejo de la curiosidad del niño y su deseo innato de aprender. Es una oportunidad para que experimenten, ejerciten su autonomía y desarrollen su motricidad fina.
Al manipular los alimentos, obtienen una mejor comprensión de sus propiedades, perfeccionando su capacidad de agarrar, pellizcar y alimentarse por sí mismos. Este enfoque lúdico de la alimentación fomenta la independencia y la confianza en sí mismo en sus primeras etapas de desarrollo.