Al ser un mamífero con apariencia de pez, perder la cola es como una sentencia de muerte para una ballena. Se vuelve inmóvil, incapaz de nadar y queda indefenso ante los ataques de los tiburones.
Recientemente, una imagen profundamente angustiosa ha estado circulando en las redes sociales, que muestra a una ballena en un estado lamentable.
Al principio, quizás te preguntes qué puede ser tan angustioso en una ballena. Pero no, esta ballena en particular se encuentra en una condición extremadamente preocupante, con la cola casi cortada.
La foto fue capturada por Francis Pérez, un economista convertido en fotógrafo submarino. Francis reveló que se trata de un calderón de aleta corta que sufrió heridas graves tras chocar con la hélice de una embarcación.
Al ser un mamífero con apariencia de pez, perder la cola es como una sentencia de muerte para una ballena. Se vuelve inmóvil, incapaz de nadar y queda indefenso ante los ataques de tiburones. Según Francis, pudo escuchar los gritos de la criatura angustiada y fue testigo de otras ballenas de la manada nadando para protegerla.“Este es realmente el día más triste de mi carrera”, compartió Francis, quien tiene más de 20 años de experiencia en filmar la vida silvestre marina.
Se sabe que el área marina donde se tomó la fotografía alberga 20 especies diferentes de delfines y ballenas. Por supuesto, nadie quiere causar tal accidente intencionalmente. Sin embargo, con el creciente número de recorridos en bote y la falta de regulaciones con respecto al control de velocidad, las hélices de los botes se han convertido en una amenaza constante para las criaturas marinas. Esto es particularmente cierto para especies como la ballena piloto, que a menudo se sumerge a grandes profundidades y sale a la superficie abruptamente para descansar, lo que provoca accidentes.
Según Francis, se necesitan nuevas regulaciones sobre el control de la velocidad de los barcos para evitar incidentes desgarradores similares. Ya sea por este medio u otros, la culpa sigue siendo nuestra, la humana.
Según Francis, se necesitan nuevas regulaciones sobre el control de la velocidad de los barcos para evitar incidentes desgarradores similares. Ya sea por este medio u otros, la culpa sigue siendo nuestra, la humana.